miércoles, 29 de abril de 2015

UN PINZÓN ENJAULADO....







Dejo mi anterior centro de trabajo; era cómodo, hecho a mi mano y a la medida, construido con el sabor de la costumbre…..  para instalarme en un espacio más céntrico –para llegar más a la gente, me dijeron- una gran sala aséptica y perfecta, con un mobiliario homogéneo y gris; armarios blindados, desnudas paredes de pladur, ordenadores impersonales…..estreno un espacio  con olor a nuevo y sin alma …..así que, para enmendar tanta perfección:  y una vez instalado, dejo las puertas de los armarios de las sala abiertas, de par en par, para que el olor a viejo de los viejos libros se impregne en el ambiente. En días sucesivos habilito un rincón, bien estratégico, para la máquina del café y que su aroma mañanero enturbie tanta superficie blanca; incluso, para integrarme con el nuevo hábitat antrópico, sincronizo mi reloj de bolsillo con el reloj de la torre de la iglesia, que siempre va con un retraso de tres minutos y medio…….
En días sucesivos, y poco a poco, abro ventanas y contraventanas  para ir reconociendo los sonidos urbanos …. conversaciones multiétnicas, la sirena del colegio, el paso regular de las guaguas, los ladrido de los perros, el ambiente de los bares….  Pero, de sopetón y sin esperármelo, mi oído acostumbrado a la escucha en plena naturaleza, detecta un potente trino, agudo y casi estridente, que sobresale de una armoniosa algarabía de trinos virtuosos y líquidos,  y que me lleva en volandas a nuestros pinares resecos del sur, al olor a la pinocha, al codeso y el escobón, a los barrancos de basalto, a las fuentes perdidas……… es el canto de un Pinzón Azul…. prisionero, en una gran pajarera en un edificio contíguo…..