lunes, 2 de mayo de 2016

Pastor de sueños









Se activa mi imaginario existencial en el aquí y ahora, y me proyecto en otras personas y formas que viven en mi mismo espacio-tiempo mientras intuyo la semilla de mi ser futuro.
Lo descubro por un camino tortuoso y accidentado; de caminar pausado, a la par del cansino andar de su viejo perro y en sus manos una lanza de cabrero, como si pastoreara sueños.
Me reconozco de inmediato, como si me viera a mi mismo con el paso del tiempo; sobre todo por su pelo largo y barbas blancas, etéreas  como la niebla cuando el sol le da al trasluz. A medida que se acerca, y ya en la corta distancia, me identifico con su trasfondo infantil y con el toque de locura de su porte; un ser que aunque de este mundo, tiene un pie en otra dimensión. Ojos soñadores como si hubieran visto ya un trozo del paraíso, con una sonrisa eterna, tal vez sabedor de que se puede ser feliz con casi nada, aceptándose – sin condiciones- a si mismo.


Camino abajo,
un hombre de barbas blancas
junto a su perro.