Después
del sustrato primario que es la tierra, están ellas ; las sustentadoras de la
vida y colchón de todas las criaturas: minúsculas, ciclópeas, grandes, pequeñas, uniformes,
desparramadas, bajas, esbeltas, perennes, caducifolias, estacionales, cíclicas,
ásperas, sedosas, aéreas, subterráneas, trogloditas, rupícolas ….. hierbas…y
más hierbas, agradecidas por las lluvias otoñales que visten de verde el paisaje
y de alegría el alma.
Plantas, árboles, matos,……. hierbas por
doquier, en una fiesta exuberante cuan cuerno de la abundancia: por los
caminos, las laderas, surgiendo de la pinocha, por los troncos de los árboles,
en las fuentes, en las huertas abandonadas, en las piedras, en los resquicios
de las paredes de piedra seca, en los tejados, en el aire, en el agua, en el
sustrato…….
Árboles
gigantescos y firmes, que soportan sequías e incendios, regenerándose más
tarde por las suaves brumas
cargadas de agua etérea; largas enredaderas de espinas, hirientes, en defensa
propia, incluso más allá de su muerte; pequeñas briznas de hierbas desconocidas
y sin nombre, pero que realizan su papel de forma anónima en el universo;
hierbas sin hojas, sin flores, ni
frutos, que surgen del suelo después de las lluvias y bajo la pinocha; plantas
vestidas de un cachito de cada estación ……miles y miles de formas, colores y
estrategias para sobrevivir…..
Son la
condensación de dos mundos complementarios, la tierra y el cielo, convertidos
en alimento para insectos, pájaros y mamíferos y alimento del alma para el ser
humano.
Por la vereda
las gamonas se cubren
con el rocío.