Fuera, en lo alto del
bosque, luce un cielo azul brillante. El sol de las primeras horas de la mañana,
cubre con una pátina dorada todo lo que encuentra en su camino hacia el cenit.
Cuando entro en el pinar, esa sensación cambia de forma sutil, pero evidente; cruzo,
en apenas unos metros, la dorsal
del Dragón Achinech y el frío de la ladera de umbría me envuelve.
Mis pasos, amortiguados
por la pinocha mojada, apenas dejan eco por el camino. Me invade entonces, una
sensación de soledad dulcemente aceptada, como si me encontrara en otro mundo, si no fuera por unas voces
humanas que me conectan con otra realidad.
Todo está mojado de la
noche anterior; millones de gotas de agua – sin evaporarse aún- permanecen
colgadas de las ramas de los brezos, de la acículas de los pinos y formando
capas de rocío en las hojas emparejadas de la malfurada.
El suelo del bosque esta
cubierto de pinocha, con una tonalidad rojiza producida por la humedad del
ambiente….y de ahí, como por arte de magia, surgen – ladera arriba- miles de
pequeñas setas color lechoso como si de una comunidad de casas liliputienses,
se tratara…y mi mente se dispara ante la espectativa de descubrir a los
pequeños gnomos que viven refugiados en los minúsculos tejados que forman las hongos….o
tal vez visualizar, saliendo de la pinocha, a la little people …
Tierra mojada,
por entre la pinocha
asoman las setas.
Precioso. Huele realmente a monte húmedo. Sigue contándonoslo. Lo haces muy bien.
ResponderEliminarBalbi Mar
Precioso. Huele realmente a monte húmedo. Sigue contándonoslo. Lo haces muy bien.
ResponderEliminarBalbi Mar