martes, 9 de septiembre de 2014

Vencejos





oigo sus chillidos en el cielo, no nos fijamos en éllos si no levantamos la vista, observo un grupo de vencejos, probablemente jóvenes, de tras de los adultos que enseñan a sus “aprendices” las artes de la caza en el aire. Su vuelo es rápido y zigzagueante en pos de insectos voladores “inexistentes” ante nuestra mirada de simples mamíferos apegados a la tierra. Sus cuerpos etéreos, parece que están hechos de nubes y de viento, si no fuera por ese color negro. Son apenas  una línea, ínfimos trazos,  semicirculos estrechos en el cielo. Apenas pesan, son todo plumas con una aerodinámica perfecta para el vuelo raudo tras sus presas escurridizas; casi no tienen patas-solo unas minúsculas y vestigiales ya que no necesitan la tierra, lo físico, casi para nada, solo para la imperiosa necesidad de perpetuar su especie en las estrechas ranuras del duro basalto de los riscos. Para dormir suben a lo más alto del firmamento y con el “piloto automático” giran y giran manteniéndose en una duermevela sanadora hasta que la claridad del día les avisa que miriadas de insectos invisibles y voladores vuelven a pulular por doquier en su espacio azul….


Vuelan vencejos
de tras de los insectos
entre las nubes



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