miércoles, 19 de noviembre de 2014

¡ Mira un perenquén !






Detrás de la cristalera veo llegar los nubarrones negros cargados de agua. La brisa surge de la nada y se va convirtiendo en viento agitador de árboles y de la superficie de los charcos de la plaza. Por la puerta entreabierta olfateo la tormenta que se aproxima desde el suroeste. Mi vista se expande como un fresco hálito hacia el cielo y mi cuerpo se abre ávido como un reseco desierto.
Caen los primeros goterones que se desparraman por el suelo anegando las grietas de los falsos adoquines y empapando las páginas de una libreta escolar abandonada en el jardín.
Y justo frente a mi, pegado al cristal, siendo sencillamente, sin  tener la necesidad de saber quién es y sin importarle lo más mínimo ni el viento ni el agua, ni tan siquiera esta criatura estúpida que describe la llegada de la lluvia…un perenquén.






Pegado al cristal
olfateo la lluvia…
junto al perenquén

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